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Dr. José María Sillero Cáliz



El día 8 de Noviembre ha fallecido en Sevilla el Dr. José María Sillero Cáliz, miembro de la Sociedad Española de Fertilidad, antiguo Jefe de la Unidad de Reproducción Humana del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y uno de los pioneros de la reproducción asistida en España.
Cuando yo era residente en Sevilla y comenzaba mi rotación por la llamada Consulta de Esterilidad, le pregunté al Dr. Sillero cual era el contenido de la misma. Él me contestó:
"En esto estamos trabajando cuatro locos en toda España, sin saber muy bien el valor real de lo que hacemos, pero con toda la ilusión del mundo".
Con el tiempo me di cuenta de que estaba en lo cierto.
Estos profesionales trabajaban de verdad, sin horarios, con carencia de medios, sin escatimar esfuerzos y con una dedicación total. Efectivamente eran “cuatro locos”, porque las personas que se dedicaban a este campo se podían contar con los dedos de una mano y hablaban de aspectos de la ginecología extraños para la mayoría de los compañeros de especialidad.
No sabían que, de aquellos inicios y gracias a ellos, se desarrollaría un campo de la medicina que permitiría a muchas mujeres alcanzar la maternidad, además de evitar la transmisión de enfermedades incurables o conocer aspectos apasionantes del inicio de la vida, y llevaría a la concesión de un premio Nobel de Medicina.
Mi maestro y amigo José María derrochaba ilusión por los cuatro costados y la contagiaba a las personas que trabajábamos con él. Ejerció la medicina con profesionalidad y ética, respetando siempre las convicciones de los pacientes.
Era capaz de abstraerse y concentrarse como yo no he conocido a nadie (fue capaz de leer 5 tomos de la Historia de la Iglesia en la playa del Puerto de Santa María, en la arena bajo la sombrilla, un mes de Agosto), lo que le permitía el máximo aprovechamiento del tiempo que dedicaba a la medicina y a su pasión por la lectura.
A lo largo de mi vida profesional he intentado poner en práctica los conocimientos adquiridos en los distintos sitios donde he trabajado, pero por encima de todo mantener la ilusión, profesionalidad, capacidad de trabajo y respeto a las personas que él me inculcó. Para mí ha sido siempre un ejemplo a seguir.
Hoy me siento triste por haber perdido un amigo, un ser querido y admirado, pero orgulloso de haberlo conocido como la gran persona que ha sido y de haber podido trabajar a su lado.

Descanse en paz.
Alfonso de la Fuente
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