El duelo silencioso de perder a un bebé durante la gestación
Perder al bebé que estamos esperando es un proceso doloroso que solo conoce y entiende realmente quien lo ha vivido, independientemente de las semanas de gestación en la que nos encontremos. Resulta, además, doblemente difícil de aceptar, porque es una noticia que va en contra del ciclo biológico natural y supone pasar –a menudo de forma repentina– de la ilusión a un estado de shock e incredulidad, y de la alegría y la esperanza a una situación de desolación, impotencia y rabia.
En nuestro lenguaje cotidiano disponemos de nomenclatura específica para ciertas pérdidas. Así, alguien que pierde a su pareja es viudo/a; o quién pierde a sus padres es huérfano/a; pero quién pierde a un hijo no se le reconoce con una palabra para asociar este dolor. Esta falta de identificación, que muchas veces se ve reforzado por hecho de no disponer de fotos o recuerdos que puedan atestiguarlo, nos empuja a una especie de limbo emocional, en el que parece que nuestro bebé nunca ha existido, no es reconocido por la sociedad. Es un duelo silencioso.
Sin embargo, para los padres y la familia, el niño/a es un hijo/a desde el momento de la concepción y ha estado presente en su imaginación, sus expectativas y su proyecto de vida, por lo que la pérdida requiere la elaboración de un duelo: el del propio bebé y el de todas las pérdidas asociadas que con él se dan.
A nivel epidemiológico, la tasa de mortalidad perinatal se ha reducido en España durante las últimas décadas, debido a las mejoras sanitarias y sociales (Pastor Montsero, 2026). Según datos del INE 2017, en los últimos 10 años la mortalidad perinatal pasó de situarse en un 4,87 en 2004 a un 4,46 en 2014. Pero esto no quiere decir que sea menos doloroso. Por eso, cada vez a nivel social le estamos dando más importancia al reconocimiento de este tipo de duelo. Los hospitales, públicos y privados, y casas de maternidad están estableciendo protocolos y guías específicos para acompañar a los pacientes como corresponde. Es recomendable que un equipo multidisciplinar integrado por expertos de distintas áreas acoja a las familias que han de afrontar este difícil proceso y explicarles cuál es el protocolo que se sigue en estos casos, así como responder a sus dudas y acompañarlos.
Los padres lo primero que quieren saber es qué ha pasado y por qué, y los ginecólogos intentarán dar una explicación, aunque a veces no es posible. Hay gestaciones que no progresan y no se sabe la razón. En otros casos a lo largo del embarazo se detectan problemas graves o incompatibles con la vida y son los padres los que deben decidir si continuar adelante con la gestación. Seguidamente se preguntan qué va a pasar, y es importante que el equipo explique que se realiza una inducción al parto en el que el bienestar materno pasa a ser lo más importante.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es ofrecer a los padres que puedan despedirse de su bebé. Aunque todavía hay un alto porcentaje que prefieren no hacerlo, puede ayudar en el proceso del duelo y está demostrado que es beneficioso a nivel emocional.
En muchos hospitales también se les entrega una cajita en la que consta una impresión de la huella plantar y dactilar del bebé y una tarjeta con su nombre y apellidos. La lleva a cabo el personal de la sala de partos, que también se ocupa de preparar al bebé para que los padres puedan despedirse de él.
El apoyo emocional es fundamental porque siempre ayuda en la toma de decisiones, en cómo informar a su entorno o si hay un hijo/a previo, en la importancia de dar espacio y tiempo a su tristeza. Una vez en manos de un psicólog@, si el/la profesional lo considera también se les informará de los recursos disponibles; la posibilidad de acudir a grupos de duelos de padres en situaciones similares, por si tienen necesidad de compartir con personas que puedan entender su situación; la visita de determinados foros; la lectura de libros de duelo perinatal; y en algunos casos, se puede llegar a valorar la derivación a un profesional especializado en salud mental perinatal.
Los profesionales que trabajamos en reproducción asistida y que tenemos que acoger a estas personas que concilian al mismo tiempo el dolor por la pérdida y el impulso de un nuevo intento (muchas veces acuciado por la necesidad temporal), debemos de tener en cuenta cuestiones como la mayor necesidad de información, de “seguridad” en sus decisiones, de calma a través de la petición de pruebas extras o de aumento de conductas de comprobación y verificación que se van a encontrar en sus pacientes. Es probable que los pacientes en esta situación pueden percibirse como más demandantes y exigentes, pero en realidad están respondiendo con la reacción natural de miedo ante una nueva pérdida y, con ella, la frustración de sus más deseados anhelos: un recién nacido en casa.
Por Virginia López y Sandra García Lumbreras
Grupo de Interés en Piscología Reproductiva
Bibliografía
Pastor Montero, S. M. (2016). Abordaje de la pérdida perinatal. Un enfoque desde la investigación acción participativa (Tesis doctoral). Universidad de Alicante, España. Recuperada de http://hdl.handle.net/10045/54551
Instituto Nacional de Estadística (2017). Indicadores demográficos básicos. Indicadores de mortalidad infantil. Recuperado de http://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=1698&L=0